sábado, 26 de noviembre de 2016

MOISÉS

EL DIARIO VASCO 25-11-2016

     Cuentan cómo una bebé ha sido hallada en un contenedor. Alguien oyó algo que le pareció un sonido animal que resultó ser el llanto de una criatura, ante lo cual llamó a una patrulla de la policía autonómica que por allí pasaba y se responsabilizó del rescate. Me preguntan, y me pregunto yo, que qué es lo que sucede entre el instante desde el que se aseguran de que es una bebé y el instante en que la ertzaintza interviene. Eran segundos, o minutos que pudieron resultar letales.
      Cada vez con más frecuencia nuestras noticias enfatizan la plausible actuación de algún policía de paisano, bombero o similar que pasa por allí e interviene de forma ejemplar y heroica salvando a la persona que se ha caído al río, a las vías del tren, o se quiere tirar por la ventana. A fuerza de no explicitar, deduzco la pasividad de la ciudadanía que se limita a ser testigo incógnito, cuando no oculto, que se limita a no meterse en problemas.
     ¿Cabe preguntarse si esto que digo es así? ¿Tenemos la ratio más alta de policías y salvadores del mundo? Evitar, por favor en este caso, las dobles lecturas. ¿Las crónicas de los sucesos se redactan directamente en los gabinetes de comunicación de las policías? ¿Tan arraigada tenemos la idea de que ayudar es meterse en problemas y buscarnos líos? ¿Hemos burocratizado del todo la solidaridad humana y, como mucho, llamamos y nos vamos? Si siempre hubiera sido así ni se hubiera escrito el libro del Éxodo de la Biblia ni Moisés hubiera perdurado en nuestras memorias. Posiblemente Ane haya sido rescatada a un mundo donde no podrá conocer amor, afecto, ni gesto humano sin el preceptivo código de barras. Me gustaría que no sufriera.

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