viernes, 6 de octubre de 2017

HABLAR CALLADO

EL DIARIO VASCO 7-10-2017


         Siguen las semanas, una tras otra, brindando al sol, es decir sin interpelar a nadie, por si acaso, para no molestar, no ofender, no perturbar, no poner nervioso a nadie. Paranoico el que se dé por aludido, y entretanto como si estuviéramos ciegos ante el espectáculo. Como el que no ve, como el que no quiere ver, como si lo que pudiera venir no fuera por culpa, entre otros, propia. Grita el silencio, callan las ideas, flotan las murmuraciones, pesa el runrún.
         Le dicen aquellos, todos uno a uno, que están muy tristes ante lo que sucede, no tan tristes como él estará, probablemente, pero tristes, muy tristes, sin saber a dónde puede derivar todo aquello. Aquellas otras no entran en detalles ni pormenores, pero quieren dejarle manifiestamente claro que, apenadas, les entran ganas de llorar, que prefieren ni saber nada, ni hablar. Y otros sienten el temor de dejar de ser amigos por lo que ruegan no tocar el tema porque la cosa está que arde y bastante lata le están dando otros, igual de amigos. Otras gentes hablan del tiempo, de setas, de comidas, de salud, de cotilleos y minucias que no se merecen otra que el olvido. Es todo tan tenso.

         Tiene la impresión de que, al menos a su alrededor, el silencio es clamoroso, escandalosamente mayoritario y letalmente sospechoso. Sólo los exaltados e irresponsables hablan alto y sin dudar. Tanto callar o hablar de naderías. Va a ser de noche y les va a pillar desabrigados. Y todo, todo, por no hablar de Cataluña, para evitarlo. Dicen, y a veces está de acuerdo con ello, que es mejor dialogar, hablar. Pero le ocurre lo que a Novoneyra, que de tanto callar ya empieza a hablar solo.

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