viernes, 1 de julio de 2016

SU BUZO

EL DIARIO VASCO 1-7-2016

            Aquellas primeras protestas contra una de las incineradoras propuestas tenían aires señoritos, de gente que presumíamos molesta por la proximidad de la instalación más que por la opción política y técnica. Es decir, que nos parecía ver claro que si se les alejaba el trasto dejaría de protestar. No se me han borrado de la memoria aquellos domingos de regatas con las aguas de La Concha haciendo flotar a embarcaciones deportivas, con pancartas de rechazo, tan interesadas, casi, en la denuncia como en la conquista de la bandera por Hondarribia.
            Luego la lucha contra la incineración adquirió otros tintes, se volvió en un cuestionamiento de nuestro modelo socioeconómico y políticas ambientales. La lucha parecía más ruda, más de zapatilla y pancarta de pvc, barbuda y ecologista, pateadora de manifestaciones y concentraciones. Nadie puede negar que hubo quien agitó ese fantasma del miedo que hoy han hecho renacer. Las fachadas y ventanales de las primeras líneas de playa asistieron mudas y relucientes, elegantes y armoniosas, a estos espectáculos. Ni pancartas, ni afiches.
            Hoy, como ayer, pasean visitantes y naturales con miradas de sana envidia a esas fachadas, imaginándose leyendo en la ventana, sorbiendo un martini en el balcón, contemplando la bahía. Hoy, cual anuncio inmobiliario, gotean por esas fachadas banderolas gualdinegras rechazando ese transporte público papanatísticamente llamado metro y sin embargo necesario. Denuncian, ¡oh paradoja! faraonismo.

            Creo que todavía vive aquel mecánico que soñaba con el premio gordo de la quiniela, comprar un piso en la bahía y tender a secar su grasiento buzo en uno de esos balcones.

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